Reflexiones 1

Hace tanto que no recuerdo cuándo fue la última vez que me sentí solo, porque desde que ocurrió la alegre osadía de mi vida en reconocer y aceptar mi amor hacia ti, todo cambió, y hablar de soledad se convirtió en sinónimo de lejano. Por muchas razones he pensado que lo más correcto es permanecer a tu lado. No me importa si otros se oponen, cuando en verdad el amor es puro y sincero. Sencillamente todos los demás forman parte de nuestra historia en un conjunto infinito de otras historias. Cada rostro conocido o por conocer son una pieza fundamental en el gran árbol de nuestras vidas. Pero debes saber que habrán detractores en todos los rincones, agazapados, esperando meter una zancadilla, nutrir de malas vibras la relación, que debe fundamentarse en el respeto y la comprensión. Por lo menos para eso existe una vacuna que solidifica cualquier relación: el amor real. En este sentido, estoy dispuesto a no luchar, porque el amor no se trata de un campo de batalla, pero sí levantar la bandera blanca que establezca una tregua infinita que gobierne nuestros corazones y se convierta en el vivo reflejo de lo que somos y sentimos, para que los demás vean en la relación un muro que resulte imposible de romper o atravesar. Somos nosotros quienes podemos debilitar o fortalecer cualquier relación. Sólo basta con respirar para darnos cuenta que es tan importante esa otra persona en tu vida, que no hace falta recordar nada más. No digo que sea necesario respirar y vivir por el otro, porque toda relación debe tener sus espacios, cada uno tiene sus ritmos en la vida, pero sí saber reconocer que respirar y vivir sabiendo que estás conmigo es mucho mejor que respirar y vivir en la soledad.