No puedo
negarlo, cada vez son más las emociones que invaden mi mente y mi cuerpo cuando
escribo esta historia que tengo entre manos. A veces me dejo llevar por ella,
contagiado por una energía que reduce cualquier indicio de cansancio y fatiga
después de un aterrador día en la oficina, rodeado de papeles, carpetas,
oficios, llamadas, correos. Sin mencionar la ola de calor que azota a la ciudad.
El motivo
por el cual digo todo esto es porque escribir puede convertirse para muchos en
una válvula de escape, un asidero de una imaginación desbordante, la necesidad
de ser leído, el amor por las letras o el terror de verse seducido por la
extraña sonrisa de la soledad. Pero se escribe y se continuará escribiendo, sea
cuales sean los motivos, porque es el acto más divino que existe, después de
hacer el amor, claro.
Estas líneas
las escribo, en definitiva, con el corazón galopante, la sangre fluyendo como
un río de lava ardiente desbocado, con mi mente trabajando a miles de
revoluciones por segundo.
Los invito a
todos a continuar leyendo «La maldad nunca duerme».
Escribir para mi es una forma de conservar la cordura.
ResponderEliminarUn abrazo
Una droga sana y muy saludable; ojalá todas fuesen como esta.
ResponderEliminarUn abrazo.
Escribir es un acto de liberación mental, creatividad y al tiempo conocimiento de uno mismo.
ResponderEliminarSin las letras nada seria lo mismo.
Escribir es el verbo, el motivo es secundario.
Sea cual sea el motivo hay que seguir expresando por escrito.
Besos mediterráneos.
Muchas gracias por sus comentarios.
ResponderEliminarHola Ricardo. Qué sería la vida sin esos instantes apasionados!
ResponderEliminarVoy a pinchar en tu enlace para ver qué nos deparas. Besitoss
*pues esa es la cuestión. que son cien motivos, o cientos más, y ni la maldad ni las letras, ¡cuánto menos la Palabra!, cesan*
ResponderEliminaray, la divina re(ve)lación que no desista!!!!
abrazo