Los 13 mandamientos de Patricia Highsmith

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Patricia Highsmith es una de mis escritoras de misterio y suspenso más recordadas y leídas al momento de sumergirme en historias inquietantes, donde los finales difícilmente son predecibles. Y todavía siendo predecibles, suelen mantenerme en vilo durante toda la historia, lo cual es lo importante de contar una historia. Un argumento sólido.

Buscando por la red algunas cosas de la escritora norteamericana, me encontré estos trece mandamientos que, según Highsmith, deben tener en cuenta los escritores.

En mi opinión, no existen, como tampoco para Quiroga, King, Chejov, Orwell, Highsmith (entre muchos otros escritores que han hablado sobre el arte de escribir), recetas para hacerlo. Creo que el lector con el tiempo, cuando se enciende la chispa de la imaginación, se convierte en escritor. Por eso la relación cercana lector-escritor. Stephen King en su libro Mientras escribo señala que no existen atajos para escribir: leer y escribir mucho.

Sin embargo, algunos tips propuestos por los grandes escritores son importantes para que otros escritores eviten algunos "bugs" (término informático que señala un error en el software), y mejoren su escritura. Abundan en el mundo editorial actual una cantidad impresionante de escritores que venden libros (best-sellers), pero que nada se puede destacar de ellos: argumentos pueriles, estilo bochornoso, errores de sintaxis y una lista abultada de metáforas tan débiles, que pierden el encanto y el lector se desconecta de la historia. Termina aburriendo.

Por lo antes dicho, sin más preámbulos, creo conveniente leer sobre estos tips, para todos los escritores que deseen mejorar su escritura.

Literatura en 13 mandamientos:

Esta es una lista arbitraria de mandamientos de Highsmith. A diferencia de los del Reino de Dios, cada lector podrá hacer la suya. Y no es literal.
1. Un secreto para el éxito. No hay fórmulas mágicas ni secretos, salvo la individualidad y la personalidad. Solo al individuo le corresponde expresar lo que le diferencia de los demás. Es “la apertura de espíritu”, pero no es nada místico. Es una especie de libertad, de libertad organizada.
2. Objetivo: la diversión. La primera persona a la que deberías complacer es a ti mismo. Si eres capaz de divertirte escribiéndolo, divertirás a los editores y a los lectores.
3. Planificación, la justa. Un argumento nunca debe ser rígido ni estar terminado. Tengo que pensar en mi propio entretenimiento y a mí me gustan las sorpresas. Si sé todo lo que va a pasar, escribirlo no será tan divertido. Es más importante que los personajes se muevan y tomen decisiones como personas de carne y hueso, que se les dé la oportunidad de deliberar, de elegir, de volverse atrás, de tomar otras decisiones, como en la vida real. Los argumentos rígidos, aunque perfectos, pueden hacer que los personajes parezcan autómatas.
4. Así empieza todo. Los gérmenes de una idea pueden ser pequeños o grandes, sencillos o complejos, fragmentarios o completos, quietos o móviles. Yo los reconozco gracias a cierta excitación que siento enseguida, la misma que produce una sola línea de un poema. El mundo está lleno de ideas germinales y si no las tienes es por fatiga física o mental. Entonces hay que viajar, pasear, el cerebro exige vacaciones. A veces nos rodean personas que no nos convienen.
5. Claves para una buena atmósfera. Se consigue poniendo en marcha los cinco sentidos.
6. El diálogo, con moderación. Tres líneas de prosa son suficientes para transmitir lo esencial de una conversación. El diálogo es dramático y debe usarse con moderación.
7. Sin trucos. Los trucos proporcionan un entretenimiento endeble y no divertirán al lector inteligente. Son ideas ingeniosas que no tienen nada que ver con la literatura.
8. No hablar con escritores. No se me ocurre nada peor o más peligroso que comentar mi trabajo con otro escritor. Los escritores nadan unos junto a otros en la misma profundidad, dispuestos a hincar los dientes en el mismo plancton que flota a la deriva. Me llevo mucho mejor con los pintores.
9. Cuidado con el amor. Las personas que nos atraen o de las que estamos enamorados son como una especie de caucho que nos aísla de la chispa de la inspiración.
10. El lugar de las dificultades. Están en la mente del escritor, no en el papel.
11. El dinero. El escritor hará bien en tener otro trabajo.
12. Sin juicios morales. Las personas creativas no hacen juicios morales. Hay tiempo para ello después, en lo que crearán, pero el arte no tiene nada que ver con la moral, los convencionalismos ni los sermones.
13. El arte de escribir. Lo que hace difícil escribir sobre el arte de escribir es la imposibilidad de establecer reglas.
Es decir, y después de todo esto: que nadie se haga ilusiones.

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