Haremos
un puente con nuestro amor, cuyos linderos sean nuestros corazones. Debajo del cielo, un sinfín de imágenes grisáceas con olor a humedad. En el
horizonte, donde lo infinito se mezcla de pronto con el espejo del mar, me
encuentro la imagen de ti. En el extremo norte, tu cintura, bailando al ritmo
de la vida; en el extremo sur, un codiciado deseo que penetro y derrumbo con
pasión; en el extremo este, una dulce sensación de equilibrio; y, en el extremo
oeste, justo donde se esconde tras el ocaso el sol.
En
el poniente del horizonte, debajo de una vertiente del arrecife que se abre
debajo de nuestro puente, procuraré no dejarte caer, entre muchas cosas, porque
somos equilibrio.
Aquí,
donde yace parado mi cuerpo, esperando la llegada del tuyo, es preciso decirte
algo mientras duermes este divino sueño: el
puente sigue en construcción, y seremos los mejores arquitectos de él.
Principe te amo. Te espero...
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