En lo alto
de la noche, una luna de plata vestida con vuelos de nubes color cenizo y
adornado de estrellas, nos vigila. El viento sacude las cortinas y las preña de
aire en un incesante movimiento.
Continuamos
refugiados como niños en una cueva de sábanas, entre caricias, desvelados por
nuestra pasión.
Las sombras
gobiernan la habitación, y el calor lame nuestros cuerpos en llamas.
Entre
sombras y sudor, describiendo en un instante el amor que ambos nos profesamos,
nos dejamos llevar hacia la capa más delgada del placer. De mí se derrama una
palabra, escabulléndose hasta tus oídos.
Te refugias
en mis brazos, dejando descansar tus ojos y tu corazón en el fluir de todos los
sentimientos. Abrazos. Sonrisas. Una delgada gota de sudor se derrama por tus
muslos. Deslizo mis dedos por tu espalda, las enredo en tu cabello, hasta
dejarme caer en una inmensa sensación de resplandor.
Estoy
deseoso de amarte hasta el amanecer… hasta que nuestros cuerpos queden
desprotegidos por el alba, y se vean atemorizadas las sombras por el brillo de
otro día, para nuevamente volver a formar el puente perfecto con nuestros
cuerpos.
Para aprendérselo y recitarselo a la persona amada.
ResponderEliminarUn abrazo Ricardo.
Muchas gracias, Rafa. Es un placer tenerte por acá.
ResponderEliminarte amo. mi hermoso bb. querido
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