Un día como
hoy, hace ocho años, recibí mi primer título universitario como licenciado en
Letras. Unos meses antes de haberlo recibido ya estaba pagando el noviciado en
uno que otro plantel educativo como profesor por hora impartiendo clases de
castellano y literatura. Después de recibido el título, continúe pagando el
noviciado en otras instituciones públicas y privadas, consiguiendo que algunos
alumnos se enamoraran de la literatura y la lectura en general. Gracias a Dios
esa misión, en algunos casos, fue correspondida. Existen muchos ex alumnos que
hoy por hoy me han dicho: "Profesor, gracias a usted me interesé por la
lectura", y eso es algo que llena de satisfacción. De hecho, que te digan
esas cosas, conforta más que el salario que todos sabemos es bastante
deprimente.
Al final, la
satisfacción de un amante de la literatura es la continuidad del tiempo, el
pasar las páginas y enfrentarte a otras historias, abandonar aquellas que no
gustan, indagar en otras tantas que resultan atractivas. Vamos, como la vida
misma. Por esa razón la literatura es vida, es pasión, es experiencia y, sobre
todas las cosas, te hace trascender como ser humano.
Orgulloso de
ser licenciado en letras.
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