Imaginarme en la oscuridad

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Puedo imaginarme en la oscuridad, encerrado entre cuatro paredes, mirando titilar el cursor de la hoja en blanco, sin poder escribir nada. ¡Menuda testarudez de la imaginación!

Pensarás que es una idiotez despedirme, pero no soy bueno para eso. Nunca he sido bueno para las despedidas. Por eso creo que algún día desapareceré, tal como llegué un día, sin dejar huellas. ¿De qué me sirven ya las noches de bohemia, cigarrillos y vino, entre lecturas de Raymond Carver? Creerás con esto es un desvarío, pero cuando las sábanas no sean suficientes para abrigar tanto frío sin tu cuerpo junto al mío o cuando la cama sea una infinita aldea poblada de fantasmas, me entenderás. Sentirás que después de todo hiciste lo mejor, alejarte (y no digo que la distancia no sea una medicina para el desapego), pero tiene un malísimo sabor y, sus consecuencias, son tan graves como la peor enfermedad.
Un adiós puede significar la muerte prematura de un sentimiento, pero la soledad es la metástasis de una herida que esta apunto de colapsar y llevarnos a la muerte.

Este poema en prosa no alude a nada en particular. De hecho, es bastante viejo, sacado de la gaveta, lleno de polvo y carcomido por las termitas. Me pareció bueno pulirlo antes de publicarlo acá.

4 comentarios:

  1. Yo tampoco soy bueno para las despedidas.
    Siempre he dicho que son muertes en miniatura.

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  2. El último párrafo es genial: encierra tantas cosas referente a la soledad, que desde luego esta parte final es para enmarcarla.

    Un abrazo Ricardo.

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  3. Gracias por visitarme.Veo que te gusta King, a mí también, aunque le odié por dar ese final a La torre oscura...Un saludo, volveré a leerte ***

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  4. Sentimiento, muerte, soledad... ¿Por eso tu comentario de: "eso espero? Me quedé bastante en la duda. Saludos.

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Gracias por tu comentario.